Irremediablemente me levante con algunos rasguños, producto de toda aquella accion y distraccion de mi parte aquella noche en la que me encaminaba a aquella sub-realidad infinitamente pura. Los cielos de aquellos tiempos refunfuñaban al unisono de los tambores, que desvanecidos por el viento escuchaba a lo lejos, en aquel momento de paz que llego como un tremendo bolido, recorde aquella corta pero magnifica sensacion que se introducia a mi cuerpo y mente al mismo tiempo que mis ojos se humedecian.
La simplificidad activa. Locura.
La impotencia para discernir entre los grados de claridad: lamer la penumbra y flotar en la gran boca llena de miel y de excrementos. Medida con la escala de lo Eterno, toda acción es vana (si dejamos que el pensamiento corra una aventura cuyo resultado sería infinitamente grotesco; dato, también éste, importante para el conocimiento de la humana impotencia). Verifique mi reloj y al mirar la parte superior de mi antebrazo me di cuenta de que el tiempo no existia en este universo, por que no era mas que eso, un simple universo. Un universo lleno de injusticia y penas aleatorias, como un tic-tac-tic-tac. hilos de telefono colgando,, un rio de informacion superflua con indices que indican el final de las vidas de ese universo. Todo el infinito es como lo interminable, me encuentro ante una pelea entre el caos y el orden, el si donde los demas dicen no y el no donde los demas dicen si. Definitivamente aquellos rasguños fueron provocados por las ramas del odio y la desonfianza que originan una situacion similar al descontrol interior de tu mente altamente desarrollada por tiempos futuros llenos de compasion y penurias, si esa era la palabra que buscaba, penurias.
Todo hombre debe gritar.
Una tarea destructiva, Barrer, asear. La plenitud de un individuo se afirma acontinuacion de un estado de locura, locura agresiva, locura impresa en hojas, locura explosiva, locura indeseable, locura inestable y completa de un modo desconfiado a los bandidos que la desgarran con un afan destructivo e inconprensible. Sin fin ni designio, la locura indomable, la descompocicion. Pero la soltura, el entusiasmo y la misma alegría de la injusticia, esa pequeña verdad que nosotros practicamos con inocencia y que nos hace bellos (somos sutiles, nuestros dedos son maleables y resbalan como las ramas de esta planta insinuante y casi líquida) caracterizan nuestra alma, dicen los cínicos. También ése es un punto de vista, pero no todas las flores, por fortuna, son sagradas, y lo que hay de divino en nosotros es el comienzo de la acción antihumana.
¿En qué punto comienza la imaginación a ser perniciosa y en qué punto deja de existir la seguridad del espíritu? ¿Para el espíritu, acaso la posibilidad de errar no es sino una contingencia del bien?
¿Que es el espiritu?
¿Quien deberia morir?
¿Acaso yo deberia responder a esa pregunta?
¿Por que yo?¿Por que tendria que decidir quien merece la vida y quien no?
¿Por que estoy loco?
Pero aun existen varios tipos de locura, la mia no tiene nada de especial. Enciende. Dentro de todo lo demas siempre queda algo suspendido en aquella realidad que nadie ve, en aquella locura colectiva que amplia nuestro conocimiento en el campo d la vida.
Queda la locura, «la locura que solemos recluir», como muy bien se ha dicho. Esta locura o la otra...
Las palabras pierden su sentido despues de haber expuesto su significado tantas veces, ahora ya no se sabe que es que, y que es nada, ¿quien establece los perimetros de lo real y de lo no real, como puedo saber quien esta en la wired y con quien convivo en una supuesta vida "real"?.
Todos sabemos que los locos son internados en razón de un reducido número de actos jurídicamente reprobables, y que, en ausencia de estos actos, su libertad (la parte visible de su libertad) no sería puesta en tela de juicio. Estoy plenamente dispuesto a reconocer que los locos son, en cierta medida, víctimas de su imaginación, en el sentido de que ésta les induce a quebrantar ciertas reglas, reglas cuya transgresión define la calidad de loco, lo cual todo ser humano ha de procurar saber por su propio bien. Sin embargo, la profunda indiferencia de que los locos dan muestras con respecto a la crítica de que les hacemos objeto, por no hablar ya de las diversas correcciones que les infligimos, permite suponer que su imaginación les proporciona grandes consuelos, que gozan de su delirio lo suficiente para soportar que tan sólo tenga validez para ellos.
Y, EN REALIDAD, LAS ALUCINACIONES, LAS VISIONES, ETCETERA, NO SON UNA FUENTE DE PLACER DESPRECIABLE.
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